Los 300
Los griegos fueron a su encuentro en escasísimo número: 400 tebanos, 700 beocios y tespienses, 80 miceneos, 200 de Fliunte, 400 de Corinto, 1.120 de Arcadia, 1000 tegeos y 500 mantineos. Jerjes tenía todas la de ganar. Pero había un problema. A los 4.400 hombres que componían el ejército helénico, se les sumaban 300 espartiatas, los mejores guerreros del mundo, quienes eran conducidos por el rey Leónidas que a su vez estaba al mando de la totalidad de los griegos. El lugar que eligió para plantarles combate fue el Paso de las Termópilas, un angosto desfiladero entre montañas, que era necesario cruzar si se quería invadir Grecia.
Entre los griegos corrió el rumor de que los arqueros persas eran tan numerosos que con sus flechas cubrían el cielo. Dieneces, soldado espartano de pura cepa, respondió: “mucho mejor, así pelearemos en la sombra”.
Jerjes llegó al paso y luego de enviar espías, se enteró del ínfimo número de soldados enemigos y decidió esperar a que estos se fueran asustados por el número de sus tropas y decidieran irse. Como no pasaba nada luego de cuatro días y los griegos seguían en el desfiladero, decidió enviar a un emisario con el mensaje de que entregaran sus armas. “Ven tú mismo a buscarlas”, respondió Leonidas. Hay que señalar que los espartanos practicaban el laconismo, es decir, hablar poco. A la usanza militar. Algo así como “afirmativo”, “negativo”, etc. No hablar al pedo. Se decía que cuando los atenienses –rivales históricos de Esparta-, se enteraban de la llegada de un enemigo, éstos preguntaban ansiosos: “¿Cuántos son?”. En cambio un espartano preguntaba simplemente: “¿Dónde están?”. Y a otra cosa.
Luego de la lacónica respuesta de Leónidas comenzó la batalla. Jerjes “lleno de cólera envió contra ellos a los medos y Cisios, con la orden formal de que prendiesen a aquellos locos y se los presentasen vivos”, según palabras del historiador Heródoto. Las falanges griegas en formación cerrada y protegidas sus flancos por el desfiladero hicieron una carnicería que duró todo el día.
Los medos fueron relevados por los persas, y el rey Jerjes decidió enviar a los llamado Inmortales, su guardia de elite. Heródoto, único cronista del combate, relata el enfrentamiento de la siguiente manera:
“Hacían allí los lacedemonios prodigios de valor, mostrándose en todo guerreros peritos y veteranos en medio de unos enemigos mal disciplinados y bisoños, y muy particularmente cuando al volver las espaldas lo hacían bien formados y con mucha ligereza. Al verlos huir los bárbaros en sus retiradas, daban tras ellos con mucho alboroto y gritería; pero al irles ya a los alcances, volvíanse los griegos de repente y haciéndoles frente bien ordenados, es increíble cuánto enemigo persa derribaban, si bien en aquellos encuentros no dejaban de caer algunos pocos espartanos. Viendo los persas que no podían apoderarse de aquel paso, por más que lo intentaron con sus brigadas divididas, y con sus fuerzas juntas, desistieron al cabo de la empresa”.
Jerjes estaba perplejo. Situado en un promontorio, sentado en su trono, miraba el campo de batalla. Y se dice que por 3 veces saltó de su asiento “receloso de perder allí su ejército”. Al segundo día se repitió la misma historia. Los persas estaban confiados de que los griegos estarían cansados y serían arrollados. Pero éstos, se turnaban en la lucha y nuevamente los invasores fueron repelidos.
Jerjes no sabía que hacer, pero fue entonces, que el traidor Epialtes se presentó ante él y le contó sobre un camino secreto entre la montaña, por donde podrían rodear a sus enemigos. El rey envió a las tropas en la noche y los pocos griegos que custodiaban el camino fueron abatidos sin poder dar la alarma.
Al amanecer, los centinelas vieron que los persas los habían rodeado. Los griegos hicieron una reunión, y algunos decidieron marcharse, mientras que otros se quedaron junto con Leónidas. Heródoto describe la situación de la siguiente manera:
“Corre, no obstante, por muy válido, que quien les hizo marchar de allí fue Leonidas mismo, deseoso de impedir la pérdida común de todos; añadiendo que ni él ni sus espartanos allí presentes podían sin faltar a su honor dejar el puesto para cuya defensa y guarda habían una vez venido. Esta es la opinión a que mucho más me inclino, que como viese Leonidas que no se quedaban los aliados de muy buena gana, ni querían en compañía suya acometer aquel peligro, él mismo les aconsejaría que partiesen de allí, diciendo que su honor no le permitía la retirada, y haciendo la cuenta de que con quedarse en su puesto moriría cubierto de una gloria inmortal, y que nunca se borraría la feliz memoria y dicha de Esparta; y así lo pienso por lo que voy a notar”.
Los únicos que permanecieron junto a los espartanos, fueron los tebanos. Al ver venir a los persas y dando todo por perdido, los lacedemonios se adelantaron mucho más que el día anterior dejando de estar cubiertos por el angosto desfiladero. De esa forma quedaron mucho más expuestos pero a su vez obtuvieron mayor libertad de movimiento. La matanza de persas fue terrible.
“Y los griegos, como los que sabían haber de morir a manos de las tropas que bajaban por aquel rodeo de los montes, hacían el último esfuerzo de su brazo contra los bárbaros, despreciando la vida y peleando desesperados”.
En este combate cayó Leónidas el rey espartano, descendiente de Hércules. En ese mismo enfrentamiento murieron dos hermanos de Jerjes. Pero la mayor lucha se dio alrededor del cadáver de Leónidas. Heródoto nos cuenta:
“Pero muerto ya Leonidas, encendióse cerca de su cadáver la mayor pelea entre persas y lacedemonios, sobre quiénes le llevarían, el cual duró hasta que los griegos, haciendo retirar por cuatro veces a los enemigos, le sacaron de allí a viva fuerza. Perseveró el furor de la acción hasta el punto que se acercaron los que venían con Epialtes, pues apenas oyeron los griegos que ya llegaban, desde luego se hizo muy otro el combate. Volviéndose atrás al paso estrecho del camino y pasada otra vez la muralla, llegaron a un cerro, y juntos allí todos menos los tebanos, sentáronse apiñados. Está dicho cerro en aquella entrada donde se ve al presente un león de piedra sobre el túmulo de Leonidas. Peleando allí con la espada los que todavía la conservaban, y todos con las manos y a bocados defendiéndose de los enemigos, fueron cubiertos de tiros y sepultados bajo los dardos de los bárbaros, de quienes unos les acometían de frente echando por tierra el parapeto de la muralla, y otros, dando la vuelta, cerrábanles en derredor”.
De esa forma, bajo una lluvia de flechas que oscureció el Sol, los espartiatas fueron destruidos y Jerjes se adentró en Grecia. Los persas serían derrotados luego en las batallas de Salamina y Platea. Pero fue gracias al sacrificio en las Termópilas que todos los griegos recuperaron las esperanzas –cuando ya no había ninguna- y se unieron para detener la invasión persa.
Si no hubiera sido por las Termópilas, el bárbaro hubiera ocupado Grecia. Sin las Termópilas el concepto de libertad no existiría y sin las Termópilas, Occidente no sería más que un recuerdo.
“Contra tres millones pelearon solos aquí, en este sitio, cuatro mil peloponesios”.
Epígrafe dedicado a todos los griegos combatientes en las Termópilas
“Oh, extranjero, informa a Esparta, si pasas por allí, que aquí hemos caído defendiendo su ley”.
Epígrafe dedicado a los combatientes espartanos en las Termópilas.
24 comentarios:
Excelente post.
No sólo practicaban el laconismo. Eran lacónicos desde su raíz misma. Λακωνις. Su raíz griega es laconicus. Incluso algunos diccionarios siguen señalando 'espartano' y 'lacedemonio' en la definición, o con la acepción adjetiva gentilicia 'laconio'.
Llevadero.
Anónimo
Y porque eran de Laconia
¿Y vos realmente te creés esto Carlitos?
De a ratos
"Y porque eran de Laconia.."
******
exacto.. lo anterior mío venía a raíz de la afirmación: "..los espartanos practicaban el laconismo.."
reitero. Se me hizo llevadero. Se puede leer bien y hasta entretenerse.
Anónimo
Toda una clase de historia,yo también me ví incentivado e hice una sobre Uruguay, www.mecagoenntvg.blogspot.com
Pelá... ¿por qué me hiciste perder el tiempo?.. ¿vas a la escuela o escuchás Mocedades?
Dignate de quienes te educaron y cerrá ese blog... urgente
ah, además te gusta NTVG...
no... tu redacción y tu capacidad de análisis compiten para ser emitidos en un programa de TV uruguaya...
¿vos salís a la calle con matera no?
Peor: es de Humanidades. ¿No viste que chamuya en griego?
jaja... chamuya
En mi opinión el rey Leónidas era un pelotudo, pero ta, todo bien, disfruten la peli.
Muy interesante, Carlitos. Al final conseguí a Tucídides, pero todavía no le he hincado el diente.
Ahora... ¿no les estás dando margaritas a los chanchos? Mirá el entorno... invasión de mosquitos, dengue, pestes varias, cascarudos, temperaturas elevadas, humedad al 100% en forma permanente... ¿no es esta una republiqueta tropical?
Acá sólo funcionan las bachatas rosas. Todo lo demás, es forzosamente un despropósito.
Marujita: que queeeeeeé? Más respeto con el heráclida Leónidas por favor.
Lord f: sin duda Tucídides es una excelente lectura. Muy disfrutable. Y tiene usted razón, esto ya es una republiqueta del 4to mundo. Lo que pasa es que escribo sobre las cosas que me entretienen.
muy bueno, muy bueno
concuerdo con lo de la republiqueta.
Ojo yo soy de la 15 de modo que lo de republiqueta te lo acepto del 1 de marzo del 2005 para acá. Antes era una maravilla. Si hubiera reelección seguro que ganaba Jorge de nuevo y ahora estaríamos en un TLC con los amigos del norte, y repartiendo plata a lo bobo.
idiota
lo de idiota era para anónimo 1, 2, 3 o 4????
ahh... volvió el tipo que me entretiene. Casi un ídolo, salvo por sus defensas corporativas, pero bue, es un mortal y corre el riesgo de caer en cuestiones así.
En cuanto al otro anónimo (que no me quedó claro si es idiota o vota a la 15), simplemente mis patéticos respetos.
salutaciones, Anónymus
EL UNICO IDIOTA ES EL NIÑO LAGUARDA
Las guerras medicas y el triunfo de Grecia nos salvaron de andar hoy día con turbantes en la cabeza
las guerras. otra de las actividades tipicamente humana, es decir, que definen lo que es la "humanidad" de verdad.
Los espartanos eran una maquina de picar carne. Y si, nos salvaron de mucho mas que usar turbante...
saludos
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