Divulgar una versión maniquea de la sociedad:

Por un lado están los buenos, que es la gente bien que trabaja. Por otro, están los malos, que serían el pobrerío que aliado junto con el Estado, se encargan de robar y vivir a costa de los buenos.

El Estado es un organismo criminal. Si el Estado es sustituido por una mafia cualquiera, el resultado sería el mismo. Los impuestos son un robo, una expropiación ilegítima de los bienes que VOS conseguís trabajando.

Al ser el Estado un organismo criminal, todos los funcionarios públicos –desde el último barrendero hasta el Presidente- es un delincuente.

La sociedad se divide entre quienes trabajan y los que no. Aquellos que no trabajan son los empleados públicos y los pobres ambos complotados contra los buenos.

Los empleados públicos no trabajan sino que son miembros de una institución estatal desde la cual cometen sus actos criminales.

Un empleado público debe ser visto como lo peor de la sociedad, un paria repugnante. Es legítimo mostrar desprecio, insultar, golpear y escupir a estos individuos.

Los mejores lugares para sabotear son los medios de comunicación y la enseñanza. Recordar tácticas de sabotaje ideológico gramscianas. Pero a la inversa.

En los medios de comunicación el sabotaje se debe hacer sutilmente, pues sus dueños son perros guardianes, defensores del status quo. Pero recuerda: ellos no redactan las noticias. Ellos no las escriben.

El impuesto es un robo. Evadir impuestos está bien. La figura del cobrador de impuestos debe ser despreciada, repudiada, vilipendiada, lapidada, su cuerpo roto a pedradas.

Promover el comportamiento anómico: las leyes están hechas por y para los malos.

La alianza entre los pobres y el Estado consiste en lo siguiente: el Estado roba a los buenos y le da a los pobres el dinero. A cambio, los pobres –que son mayoría- respaldan a los malos en las elecciones y legitiman el sistema con sus votos y su apoyo.

Hablar sobre la ineficacia del Estado: todo lo que hace el Estado está mal hecho. Todo lo que toca el Estado se vuelve pútrido. Todo lo que abarca el Estado es corrupto.

Por el contrario, todo lo que provenga de una empresa privada está bien hecho.

Repudio a los líderes: nuestros gobernantes son una raza despreciable. Una banda de inútiles que debería ser puesta a cuchillo. Sus esposas e hijas vendidas a prostíbulos. Sus hijos encarcelados y obligados a trabajos forzosos.

Al escuchar las expresiones "mi presidente" o "nuestro presidente", reírse bien alto y señalarlo: ahí va un digno ejemplar de la plebe infecta. Ejemplares que han nacido pisoteados, vivirán pisoteados y morirán pisoteados.

Promover un clima de violencia. La violencia es buena, altera los ánimos, le sirve a la insumición.

Defender el derecho a portar armas. Relacionar con lo anterior.

Exaltar el odio, pues del odio surgen las buenas cosas.

Promover el individualismo a ultranza: burlarse de palabras y expresiones como “solidaridad”, “cooperativas”, “comunidad”, “bien común”. Reírse de las personas que las utilicen, humillar su servilismo.

Toda persona que haya concurrido a escuela pública es un marginal, un ladrón, un drogadicto. Toda la enseñanza pública es inútil, reducto de estafadores y delincuentes.

Para difundir cualquiera de estas ideas, es bueno utilizar el humor.

Defender a ultranza los derechos individuales de propiedad, lucro y libre expresión.

La anomia es buena: cada vez que tenga que hacer un trámite en una institución pública, insulte, vocifere, golpee, escupa y patalee. Recuerde, le están metiendo la mano en bolsillo. Y se ríen de usted. Se burlan en su cara. Los perros del Estado le están robando su dinero que a usted tanto trabajo le llevó. ¿No va a hacer nada? ¿Se va quedar de brazos cruzados mientras lo roban? ¿Es usted un estúpido?

Por último: no importa la verdad. Importa el sabotaje. Y recuerda:

"Aquí, al menos, seremos libres, pues no ha de haber hecho el Omnipotente este sitio para envidiárnoslo, ni querrá, por lo tanto, expulsarnos de él; aquí podremos reinar con seguridad, y para mí, reinar es ambición digna, aun cuando sea sobre el infierno, porque más vale reinar aquí, que servir en el cielo".

John Milton, Paraíso Perdido